A raíz de hablar con mi madre acerca de un libro que se titula "Traición"
Diría, y aunque no soy nada entendida en historia ni en sociología, que siempre, en todas las épocas habidas y por haber, se ha intentado simplificar la sociedad a través de unos patrones concretos, tan determinados que hacen a las personas iguales. En muchos de los casos se llegan a extremos, defendiendo (si así se le puede nombrar a la lucha radical por unas cuantas chorradas) las razas, las religiones, las clases sociales, etc.
Ahora todos vestimos igual, nos peinamos igual, comemos lo mismo, vamos a los mismos sitios y hablamos de la misma forma. Estupendo. Nos sentimos integrados, nos comprendemos unos con otros mínimamente, vemos las cosas de la misma manera (¿?). Pero en todo hay un pero. Este pero es el de "pero no podemos desarrollar nuestra persona cuando nos relacionamos con gente que es casi totalmente igual a nosotros".
Relacionamos igualdad con tolerancia cuando no siempre una se debe a la otra. Puedo sentirme en igualdad de condiciones que cualquier otro siendo diferente. Puedo estar integrada en cualquier lugar siendo diferente.
No necesito peinarme como vosotros, ni vestir como vosotros, ni comer lo que coméis. No necesito usar vuestras palabras siempre, ni seguiros la corriente, ni siquiera daros la razón: podemos discutir un rato, sin problemas. No necesito pintarme de vuestro color, ni rascarme el mismo brazo que vosotros. Tampoco reírme de los mismos chistes, ni vomitar la misma mierda. Puedo odiar lo que hacéis y decíroslo, puedo llevaros la contraria y escupiros en la cara lo que pienso. No necesito usar los mismos programas que vosotros, ni estar en Facebook. Obviamente, no necesito ser vosotros.
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