Parece mentira. Sufres tantos cambios en tu vida que apenas percibes porque son progresivos, porque van dándose poco a poco y eres capaz de asimilarlos y, de repente, la inestabilidad se adueña de tu vida trastocándote, haciendo agitar las olas de tu sangre en un ir y venir de acontecimientos distintos. Es entonces cuando te das cuenta que nada permanece para siempre.
Pero a veces esa época se marcha, como vuelven las olas al mar tras su fugaz siesta en la arena. La estabilidad vuelve, el silencio se hace y el camino parece bastante fácil para poder avanzar...
Nada permanece para siempre pero cuando se nos da esa tregua conviene aprovecharla al máximo.
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