Reformar un piso es como reformarse a uno mismo de una forma consciente: difícil. No consiste en ir montando poco a poco de pequeños detalles algo sino decidir todo antes de tener una base. Uno debe tenerlo todo controlado, debe informarse sobre todo y debe escoger bien, sin equivocarse.
Cuando llevas ya un par de meses decidiendo e ideando, cambiando de opinión constantemente, y al final crees que tienes la idea final de tu casa, de tu persona, debes elegir cuando llevarlo a cabo. El momento es importante. Ya has escogido las baldosas, la grifería, los muebles, donde irán los enchufes... y lo que menos te preocupa es de qué color teñirás las paredes. Quieres que empiece ya todo, que se ponga en marcha. Estás preparado para la transformación.
Reformar una casa es caro; reformarse a uno mismo es entretenido. No es algo que puedas hacer en unos meses, requiere un período de tiempo mucho más largo y es necesario trabajar en ello día a día. Me gustaría pensar incluso que es posible reformar todo de uno mismo, pero creo que hasta los cimientos de una casa son más tratables.
Para ambas cosas... paciencia y buena letra.
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