X guardaba las distancias y Y no quería resultar pesado. Aún así, al cabo de una semana, fue a su casa y llamó a la puerta. Ella le dejó entrar y puso la cafetera.
- Pensarás que soy muy tonta: una respetable profesora de cincuenta y seis años de edad comportándose como una quinceañera.
- X, eres una persona adulta y tienes derecho a comportarte como te dé la gana.
- Ya lo sé. Por eso he decidido no verte más. No puedo...
- No tienes que darme ninguna explicación. Espero que sigamos siendo amigos.
- Quiero que sigamos siendo amigos. Pero no puedo tener una relación contigo, me supera. Las relaciones nunca han sido mi fuerte. Creo que necesito estar sola durante un tiempo.
lunes, 9 de noviembre de 2009
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