Una cosa que nadie debe perderse en Roma, ya sea por ocio, morbo, diversión o devoción, son los papas incorruptos. Esos cuerpos que no se pudren con el tiempo (al contrario de la mayoría) debido a un proceso de embalsamiento que nadie dice y que, por ese motivo, muchas personas creen que por milagro de Dios son eternos.
Qué "santa" manía de querer conservar la forma física. ¿No va en contra eso del alma, de la libertad, del más allá y de todas esas idioteces?
Lo importante en este caso no es creer: lo importante es que en la Basílica de San Pedro tenemos varias urnas donde se encuentran algunos de estos cuerpos. Gente como yo se dedica a hacerles fotos, otros simplemente los miran con admiración.
A continuación hay una selección de algunas fotografías: el segundo sí que sé que es Juan XXIII pero el resto no me preguntéis, especialmente el primero, que incorrupto incorrupto no estaba... un poquito negro.
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