lunes, 14 de diciembre de 2009

Jamás la tuve


"O entienda que si no pierdo la fe es porque jamás llegué a tener una que perder."

Tendemos a idealizarlo todo. Nos permitimos el lujo de pensar que las cosas son mejores de lo que son solamente porque necesitamos creer que merece la pena luchar por algo. Y no entendemos que es mucho más sencillo asumir la realidad, al menos la perceptible, y no mentirnos día a día para después caer en picado, consumirnos como una vela.

Porque es bonito tener fe, dar explicaciones a cosas que parecen no tenerla e intentar pensar que las cosas se han alineado para que así suceda algo; que existe un destino para todo y que los hechos de nuestras vidas no son aislados sino que unos llevan a los otros. Es bonito pensar que las cosas malas han traído cosas buenas y que sólo por eso merece la pena sentirlas y vivirlas. Que cuando escuchemos aquella canción o veamos aquella escena sentiremos el recuerdo en nosotros de esas vivencias. Y nos decimos: por esto merece vivir.

Nos lo decimos mientras cenamos solos o nos bebemos una cerveza en silencio mirando por una ventana. Y a veces dan ganas de tirarse. Pero no puedo, porque no he perdido la fe: porque nunca tuve una que perder.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sí, ves bien. Pero no apagues la vela, que luz sí que tienes y sólo así verás.