viernes, 7 de enero de 2011

Tras Gantz, la oscuridad

Cerré los ojos sólo por tratar de que la oscuridad se apoderase de mis pensamientos. La sensación de empezar a ver en blanco y negro y, tras eso, perder el sentido de cualquier pensamiento que no sea onírico debería satisfacer a cualquiera. Yo hubo un tiempo que temía esa sensación, como si se tratase de una pérdida de control de mí misma. Después comprendí que no dejo de existir por no sentir control.

El caso es que ayer cerré los ojos. Y como imágenes impregnadas en mi retina salían dibujos en blanco y negro; dibujos hechos a mano. Debe ser de tanto leer Gantz. Los ojos de los personajes te persiguen hasta en tus sueños. Y de repente, todo empezó a fundirse en negro, como si alguien hubiese tirado un cubo de pintura desde arriba del televisor que eran mis pensamientos.

Y empecé a pensar que yo apenas le conocía. Venía de vez en cuando con nosotros, hablaba naturalmente e incluso conocía algunas cosas de su vida resultado de juegos alcohólicos. Pero nada más. En aquél momento recordaba su nombre porque he tenido siempre la costumbre de poner tras el apodo los nombres reales de las personas e incluso la ciudad donde viven. Creo que antes tenía demasiada mierda "contactil" que me obligaba a hacerlo. Tras conocer mejor a esa persona descubrí que había cometido uno de los mayores errores de mi vida: ya no podría volver atrás, ya no podría volver a no-conocerle. Pero ese no era el error: el día que se fuera yo ya no podría seguir viviendo. Ahora, supongo que como antes, ya no era una desconocida... ya lo sabía todo de mí.

No hay comentarios: